sábado, 30 de abril de 2011

Viaje a Suiza

Día 1 (28.04.2011)



Despertar bajo la luminosidad que entra por las ventanas de la casa, no tiene precio, pero, lo que no tiene precio realmente, es abrir la puerta de tu habitación a las 8:30a.m y que tus ojos se abran como platos al ver un gran ventanal alargado con vistas, nada más y nada menos que a un bosque verde, muy verde.


Las vistas de la casa son increíbles, de noche, una lástima, pasan desapercibidas.


 9:00a.m


Comienza el primer día.


- Si giras el grifo hacia la derecha sale el agua desde esta ducha, si lo abres hacia el lado contrario sale desde la de arriba. Sale muy calentita el agua. Disfruta de tu primera ducha.


Esas fueron las palabras de Ana Belén.


Me duché como si se me fuera la vida en ello, (la ducha, al igual que toda la casa, es preciosa) porque sabía que sería el único momento del día que pararía hasta que llegase la noche.


Efectivamente, no me equivocaba.


El día comenzó con un paseo por el Jardín Botánico. Un jardín pequeñito, pero muy acogedor, y lo mejor de todo, es gratuito para todo el mundo que quiera visitarlo.


Después de un largo paseo fuimos a FNAC y me regalaron mi primer libro en francés. No es cualquier libro, ni tampoco es cualquier edición, ni más ni menos tengo en mi poder una edición limitada del famoso libro de Saint-Exupéry “El Principito”.
Comiendo fuera, me di cuenta de la cantidad de culturas que convergen en este pequeño país. Estuve maravillada todo el día.
Después de una estupenda comida, nos fuimos al museo de historia arqueológica, donde pudimos ver la exposición de pollitos y gallos que ponen por Pascua. Si tienes un poquito de suerte, puedes ver, desde las incubadoras especiales, salir al polluelo del cascarón ( en nuestro caso, no fue posible)
Más adelante comí uno de los mejores chocolates que he probado en mi vida.
Sinceramente, por si alguien no ha leído nada acerca de Suiza, tiene uno de los mejores chocolates del mundo. (Mmm…)
Y mi día se terminó con la típica lluvia que embelesa a cualquiera, una ensalada de zanahoria, una estupenda tortilla francesa y una clase fugaz, pero muy buena en francés sobre los utensilios de cocina y el lavavajillas. Y además como regalo, una sesión de conversación larga y agradable por Skype.






Un saludo lectores, todavía desde la tranquila Suiza.











jueves, 28 de abril de 2011

Viaje a Suiza

El viaje a Suiza no es largo en si, pero termina por serlo. Llegar a Madrid Barajas es toda una aventura, y aun mayor aventura es el viaje desde el aeropuerto de Géneve hasta Corminboeuf. Pero, a pesar de lo pesado que puede resultar, merece la pena.



Para el mundo, son tan solo cinco días, en cambio para mi cabeza y mi mente son el punto de inflexión de este 2011 y, para ser aun más sincera, de gran parte de mi vida. No son unos cuantos días, son el precedente de una larguísima temporada en el extranjero.



Aeropuerto, vuelo, y toma de contacto:


Las lágrimas caían desconsoladas por mis mejillas, me dolía decir hasta luego. Crucé el control policial aun gimoteando y allí estaba: 20 anos, maletín en mano, espíritu de aventurera y con la vela colgando. Realmente no puedo explicar lo que se me pasaba por la cabeza, porque sencillamente, la entrada de hoy quedaría vacía, pues solo existía silencio y desconcierto.






20:20


Avión. Sentada y abrochada. Teléfono en mano, charla de despedida y hormigueo intenso.


20:45


El avión comenzaba a moverse y con el mis pensamientos; María, partido, sueño, hambre, niños, Suiza, cambios, papis, amigos, cambios, ¡ahhhhhhh! En ese instante el avión levantaba su morro para adentrarse en el cielo. Estaba volando, literalmente.


El vuelo fue cómodo, tranquilo, sin turbulencias, y sin comida; los bocadillos se acabaron al llegar el azafato a mi altura, asique me conformé con 33cl de agua y con 40gr de Pringles®, y todo por el módico precio de 7 francos suizos (6euros).


Dos horas más tarde, estaba montada en un coche, dirección Corminboeuf, con las tripas como leones y con una adorable mujer al lado charlando conmigo como si me conociese de toda la vida. Y entre suceso y suceso llegamos a la conclusión de que el vecino de Ana Belén (la adorable mujer de al lado) es el entrenador Suizo de voleibol que yo misma tuve que interpretar 3 años antes en la ciudad de Toledo.


Definitivamente, con una amplia sonrisa digo: El mundo es un pañuelo.


Todo lo demás del día, realmente sobra, excepto por el pequeño detalle de que las pizzas hechas con champiñón y panceta están de vicio, los niños pequeños pueden sacarte sonrisas amplias aun cuando no te quedan fuerzas, y que la distancia y la soledad hace apreciar cosas tan cotidianas como el abrazo de una persona cercana, en mi caso, por ejemplo, el de mi novia.




Nota mental: Las horas antes al vuelo fueron, extraordinarias y maravillosas.

sábado, 23 de abril de 2011

Me voy

Me voy, y eso me hace estar intranquila, incoherente, bipolar, extraña.


Me voy, y no hay día que no me pregunte qué es lo que pasará, qué me quedará.

Me voy y me es imposible no mirar atrás para ver si tengo todo el equipaje amarrado y nada se me escapa.


Me voy, y siento como si se me clavase algo dentro, estuviera rompiéndome, pero fuera nada es visible.

Me voy, y soy tan niña que no puedo dejar de llorar.