lunes, 21 de febrero de 2011

T.

No dejo de pensar en una mujer, no puedo evitar pensar en la forma que define sus curvas y en algo que me apasiona: el tacto de su piel.  Hoy me he pasado horas recordándola;  cada vez que lo hecho, sentía un seco escalofrío recorrer mis adentros. Hoy, he sentido como cada rincón de mi cuerpo se estremecía con sus maravillosos ciento sesenta centímetros de seda acariciándome. Y es que su cuerpo, tiene el tacto de un pétalo de rosa que cae, aun sin marchitar.

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